Al cabo de cien años, el hijo del rey de una comarca vecina, andando de caza por esos lugares, preguntó por las torres en ruinas que se veían por encima del espeso bosque. Cada cual le respondió según lo que había oído decir, hasta que un pastor que hacía ya tiempo, escuchó a su padre decir que en el castillo había una princesa, la más hermosa del mundo, que dormiría durante cien años y sería despertada por el hijo de un rey a quien ella estaba destinada.

El joven sin pensarlo tomó rumbo a las torres, nadie se atrevió a seguirlo. Al abrir las puertas del castillo, se topó con caballeros y damas, todos dormidos, unos de pie, otros sentados. Entró en una habitación, donde estaba Aurora dormida. Al príncipe le pareció que veía el más bello espectáculo: una princesa que parecía tener quince o dieciséis años cuyo brillo resplandeciente tenía algo de divino y luminoso. Sin poder evitarlo el príncipe se inclinó y la besó.

Al momento la princesa despertó y le preguntó si él era el príncipe que había esperado.

Poco a poco fueron despertando el rey, la reina y toda la corte. Felices de ver a la princesa Aurora despierta, de la mano del príncipe quien le pidió matrimonio. Aurora le contestó que sí.

De esta manera, las pequeñas hadas Flora, Fauna y Primavera, habían apoyado a la familia real a destruir la maldición de Maléfica. Los príncipes se casaron y vivieron felices para siempre.

La princesa fue creciendo hasta llegar a los 16 años y un mal día, cuando un día jugaba alegremente por los jardines del palacio, en un descuido de su dama de compañía hizo su aparición Hada Maléfica quien se había disfrazado de anciana que hilaba con un huso en una pequeña casa en los alrededores del palacio y llamó la atención de Aurora al cantar una bella y extraña melodía. La princesa se acercó a ella.

 

PRINCESA: ¿Qué haces, buena mujer? ¡Jamás he visto una máquina como ésta! ¿Me dejas verla?

VIEJA: (Feliz) ¡Claro! Observa como funciona.

PRINCESA: (Tocando el huso) ¡Ay!

NARRADOR: La princesa cae al suelo, la dama de compañía y las hadas llegan al escuchar las risas de Maléfica.

VIEJA: Ja, ja, ja! (al público). Mis deseos se han cumplido. Al pincharse la princesa con el huso de la rueca, ha muerto.

(Los guardias se acercan a la princesa y la llevan entre los tres hacia una zona del escenario).

UN GUARDIA: ¡Llevémosla hacia sus habitaciones!

NARRADOR: Y la princesa se quedó inmersa en un profundo sueño. Y reposaba en su habitación. Y todos los habitantes del reino se quedaron también dormidos, en el mismo sueño tan profundo como el de la princesa.