El tiempo que tenga el niño para jugar, estar relajado, cumplir con sus obligaciones pero sin estar contra reloj todo el tiempo favorece su salud emocional y mental. Le permite experimentar, descubrirse, preguntarse, reflexionar sobre su quehacer. ¿Cuántos padres de familia hoy en día le preguntan a sus hijos cómo están, cómo se sienten y qué quieren? Lamentablemente la interacción durante la semana entre muchos padres e hijos se circunscribe a una serie de órdenes y desencuentros porque siempre se está tarde para llegar a algún otro lugar.
Por otro lado muchos padres de familia pueden llegar a sentirse más inseguros o temerosos acerca de la paternidad ya que la oleada de información que pueden encontrar al respecto les puede presentar un abanico de posibilidades desde lo más positivo hasta lo más trágico si no hacen x o y. Desde antes de que nazca el niño se sugieren ya mil métodos, alternativas y artefacto y medio para hacer mejor el nacimiento, la experiencia, la comodidad del bebé y la madre. Si bien la modernidad facilita mucho y ha ayudado a miles de padres, también puede aturdir entre tantas opciones.
Los niños necesitan padres más relajados, esto no significa que no establezcan límites, sino que no busquen ocupar cada minuto del día, que no tengan expectativas de sus hijos en relación a comparaciones que hacen con otros niños y que les permitan ser niños. Reconocer a cada uno con sus virtudes e imperfecciones, apoyarlos, consolarlos, ayudarles donde lo requieren y dialogar con ellos. Es muy importante escuchar a los niños, preguntarles sobre su día, cómo se sienten, qué les gusta, qué les angustia. Hay que conocer a sus maestros, sus compañeros, sus amigos, involucrarse con ellos en la medida de lo posible, en su mundo para entender desde su perspectiva cómo viven su día a día.
Es necesario que este acompañamiento no se transforme en querer hacer las cosas por ellos, querer forrarlos de papel burbuja para que no se lastimen o prever cuanta cosa sea posible para que no la pasen mal. Todo ser humano es imperfecto y de seguro se equivocarán, se lastimarán, llorarán pero de todo ello generarán aprendizaje. El tiempo de ocio y descanso en los niños también es importante, les permite desarrollar la creatividad, resolver problemas e incluso tolerar la frustración que puede producir el sentirse aburridos. Bien dicen por ahí que el niño se divierte más con la caja del juguete que con el juguete mismo. Hay que dar espacios para que esto suceda, donde estas pausas formen parte de su rutina diaria evitando que tenga que correr de un lado a otro todo el día.
En niños preescolares es importante contar con periodos de descanso y sueño adecuado, se están formando los hábitos que permearán su vida. Si diario come en el coche porque van tarde, ¿cómo podrá aprender los modales y convivencia que se requieren en la mesa? Si se interfieren sus siestas ¿cómo podrá lograr el descanso adecuado que le beneficie en su crecimiento y buena salud? Niños de preescolar con gastritis, colitis… ¿Cómo recordarán su infancia? El frenesí diario puede resultar abrumador, pero toca a los adultos preguntarse hasta dónde y hasta cuándo quieren continuar como hasta ahora. El cambio es posible, puede implicar sacrificios, sin embargo el fin último es el bienestar físico, psicológico y emocional de los pequeños.
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