El término Atención Plena, también conocido como Mindfulness poco a poco se ha ido volviendo más popular en nuestro país. Significa ser consciente de nuestro propio pensamiento y usar esa conciencia no solo para enfocarnos en la tarea en cuestión sino también para estar al tanto de la experiencia de uno en esa determinada situación.[1] Lo contrario es la falta de atención, lo que significa estar en piloto automático y llevar a cabo acciones de la vida cotidiana sin percatarnos de ello (ej. comer sin realmente saborear la comida, llegar a un lugar manejando y no darnos por enterados cómo es que lo logramos, terminar el día escolar sin mayor conciencia de lo visto en clase, etc.).

Dentro del mundo acelerado en el que vivimos, la práctica de la atención plena se ha ido poco a poco volviendo más popular con el objetivo de regresar a un estilo de vida con mayor consciencia y disfrute, evitando vivir acelerados y en constante estrés. Iberlin (2017) menciona cinco principios básicos de la meditación en atención plena:[2]

  1. Una mayor conciencia de las experiencias internas y externas, incluidos los pensamientos, los olores, los sentimientos, el cuerpo y lo que se observa.
  2. Una observación sin prejuicios de estas experiencias.
  3. Compasión hacia uno mismo.
  4. El desarrollo de la apertura y la curiosidad hacia experiencias internas y externas.
  5. La capacidad de regresar al presente a medida que surgen los pensamientos.

La práctica de mindfulness en un inicio requiere entrenamiento por especialistas los cuales enseñan al usuario ejercicios para trabajar la reducción del estrés, atención, control emocional, autoconcepto positivo e interacciones positivas. Una vez que se ha recibido el entrenamiento para llevarla a cabo, la práctica de la atención plena es realmente simple, ya que no implica mucho tiempo o equipo costoso. No cuesta dinero, se puede hacer en cualquier momento y en cualquier lugar y puede continuar ejercitándose de manera individual. Como cualquier entrenamiento, para lograr los beneficios, la atención plena requiere una práctica disciplinada y continua.

¿Por qué es importante considerar implementar ejercicios de atención plena en el aula?

Los estudiantes experimentan cada vez más estrés y ansiedad de manera crónica, el docente que se entrene en atención plena puede ayudar a sus alumnos a practicarla de forma cotidiana en el aula generando los siguientes beneficios en ellos:

Ayudar a que desarrollen regulación emocional, mayor concentración, mayor capacidad de atención, menor rumiación (pensamientos repetitivos), mayor receptividad a nuevas ideas, menor estrés y ansiedad, poder cortar más rápido pensamientos y sentimientos negativos, reacciones más reflexivas a los estímulos, mayor compasión, mejor autocontrol, mejorar las funciones ejecutivas, mayor optimismo, mayor capacidad de memoria de trabajo, mejor inteligencia emocional, disminuir la depresión y mejorar su sistema inmunológico.[1]

El mindfulness puede mejorar la atención al permitir que el alumno se concentre en el momento presente, en lugar de pensar en el pasado o el futuro. En lugar de tener una mente ocupada o tratar constantemente de realizar múltiples tareas, la atención plena ralentiza los pensamientos y las acciones, lo que permite una atención más centrada, una alegría más profunda y una sensación de calma.

La práctica de la atención plena ayuda a tener interacciones positivas porque ayuda a reducir la impulsividad, lo que permite a los estudiantes elegir respuestas amables y positivas a quienes les rodean, además de mejorar las habilidades socioemocionales, como la empatía. Algo tan simple como tomar cinco respiraciones profundas y rítmicas puede activar el sistema nervioso parasimpático, lo que reduce las frecuencias cardíacas y respiratorias y devuelve las funciones del cuerpo a un estado de reposo.[2]

El docente que esté interesado en aplicar técnicas de atención plena en el aula debe tomar en cuenta cinco pasos importantes que Iberlin (2017) sugiere para su adecuada implementación:

  1. Entrenarse en ejercicios de atención plena para poder guiar a los estudiantes en ellos.
  2. Compartir los beneficios con los líderes escolares para lograr una mayor resonancia como institución educativa.
  3. Informar e involucrar a los padres de familia sobre los beneficios de estas prácticas para ellos y para sus hijos.
  4. Sensibilizar a los estudiantes receptores de estas prácticas para invitarlos a participar y colaborar en el proceso.
  5. Desarrollar un plan de clase que comprenda actividades de esta naturaleza de manera regular.

Debe tomarse en consideración que la práctica de la atención plena no puede ser impuesta. Es más efectiva cuando las personas la practican voluntariamente por lo que es esperado que no todos los miembros de la comunidad educativa estén dispuestos a practicarla. Como todo, cualquier cambio puede en un inicio generar resistencia, sin embargo, la constancia y generación de beneficios puede lograr que poco a poco más miembros de la comunidad se sumen a la práctica.

Iberlin, J. (2017). Cultivating Mindfulness in the Classroom. The classroom strategies series. Marzano Research: United States of America.

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