En las escuelas es común utilizar los exámenes para buscar evaluar cuánto han aprendido los estudiantes respecto a una serie de temas dentro de un tiempo determinado. En México, las escuelas de educación básica incorporadas a la Secretaría de Educación cuentan con un calendario establecido el cual marca la periodicidad de dichas evaluaciones. Muchas escuelas se miden a sí mismas y en relación a otras dependiendo de los resultados de sus estudiantes. Si bien, las evaluaciones pueden ser un buen indicador, es importante cuestionar para qué y por qué evaluar a los estudiantes.

Existen distintos tipos de evaluaciones y no todas tienen como objetivo que el estudiante reproduzca lo que leyó o vio en clase. El objetivo de la educación tampoco debe ser la obtención de un número y mucho menos que el resultado de dichos exámenes generen la percepción de poca inteligencia o baja eficacia para el alumno. Como profesores es importante conocer distintas formas que hay para evaluar y revisar con cuidado qué se quiere medir, de tal forma que los resultados que se obtengan contribuyan a mejorar los planes y programas escolares así como ayudar al alumno a pulir las áreas de oportunidad y ayudarle a reconocer en qué ha desarrollado talento.

Sousa, D., & Tomlinson, C. (2018)[1] clasifican las evaluaciones en 3 categorías distintas según sus objetivos y lo que se desea medir:

  1. Pruebas de diagnóstico: este tipo de evaluaciones no afectan la calificación del alumno. Tienen como objetivo conocer qué tanto conocen los estudiantes respecto a un determinado tema para ubicar cuál será el punto de partida del grupo respecto a lo que se abordará en clase. Ayuda también para conocer qué les interesa a los alumnos y le permite al maestro hacer ajustes en su programa de instrucción. Algunos instrumentos que se pueden utilizar para realizar este tipo de evaluaciones son cuestionarios de respuestas cortas, muestras de lectura o escritura, encuestas de habilidades, etc.
  2. Evaluación formativa: Este tipo de evaluación permite conocer qué tanto ha avanzado el alumno en un tema en particular. Le permite al maestro hacer ajustes en su programa ya sea para avanzar incrementando la complejidad, mantenerse o regresar a reforzar lo que no haya quedado del todo claro. Este tipo de evaluación le proporciona al alumno información sobre qué tanto ha aprendido hasta el momento. Algunos instrumentos que se pueden utilizar para realizar este tipo de evaluaciones son organizadores gráficos, reflexiones de los propios estudiantes respecto a su aprendizaje, informes de laboratorio, observaciones guiadas, etc.
  3. Evaluación sumativa: Es el tipo de evaluación comúnmente utilizada en el sistema educativo Mexicano. Se utiliza para asignar una calificación en relación al grado de dominio que tiene el alumno respecto a un tema en un punto en particular del ciclo escolar. Se supone que se realiza después de haber expuesto al alumno a un grado de práctica considerable con resultados designados. Algunos instrumentos que se pueden utilizar para realizar este tipo de evaluaciones son las evaluaciones de desempeño o exámenes, portafolios, exposiciones, ensayos, pruebas estandarizadas, etc.

En las escuelas lamentablemente la evaluación sumativa predomina como forma de evaluación. En algunas ocasiones cuando se aplica la evaluación formativa también se le asigna una calificación, misma que repercute en el alumno. Se debe recordar que una boleta de calificaciones proporciona una instantánea de una persona que aún se está desarrollando y que factores biológicos y emocionales también pueden repercutir en el desempeño. La boleta no puede ser una representación fidedigna y multidimensional ni es la última palabra sobre el desarrollo del alumno como alumno.[1] Tampoco se puede dar mayor importancia a las materias como matemáticas, español y ciencia y menospreciar otras tantas, debido a que hay alumnos que tienen fortalezas en otro tipo de inteligencias igualmente importantes las cuales es necesario reconocer y ayudar a reforzar.

La tarea debería considerarse como evaluación formativa y por lo tanto no debería contar como calificación dentro de una boleta, ya que el propósito de ésta es que el alumno practique y se de cuenta qué le falta aprender o dónde necesita practicar. Se puede contabilizar si se realizó o no y si los ejercicios fueron resueltos de manera adecuada, sin embargo no se debe utilizar para enfatizar una falla, sino más bien para ayudarle al alumno a darse cuenta qué debe ejercitar o reforzar más.  Sousa, D., & Tomlinson, C., (2018) mencionan que la práctica que se siente segura para los estudiantes contribuye dramáticamente al éxito del alumno. [2]

Por otra parte, no se puede valorar de la misma manera las calificaciones que obtienen  a inicios de ciclo escolar que aquellas hacia el final del mismo. Se pensaría que el dominio de la materia y contenidos incrementa conforme se practica y avanza en el tiempo.  Las boletas de calificaciones deben informar el logro por separado de otros factores. Cuando una calificación en la boleta es un promedio de asistencia, actitud en el aula y una variedad de otros elementos, es imposible que alguien sepa lo que el estudiante realmente sabe, entiende y puede hacer.[3]

 

Referencia:  Sousa, D., & Tomlinson, C. (2018). Differentiation and the brain. How Neuroscience supports the learner-friendly classroom. Second edition. Solution tree: United States of America

Imagen: <a href=’https://www.freepik.es/fotos/negocios’>Foto de Negocios creado por jannoon028 – www.freepik.es</a>