La mayoría de los niños son inquietos por naturaleza y hoy más que nunca, les toca vivir en un entorno sobre estimulado, donde la velocidad y el cambio se viven de manera cotidiana y la paciencia y la tolerancia parecen desaparecer poco a poco dentro de las interacciones cotidianas. Pareciera ser que los adultos también han ido reduciendo su tolerancia hacia las conductas naturales de los niños, como lo es el jugar, correr, preguntar sobre su entorno, distraerse con facilidad, etc.  Las rutinas, el estrés, los problemas económicos y sociales, el mismo tráfico y las obligaciones diarias han mermado en muchas ocasiones la paciencia y la posibilidad de los niños de comportarse como niños.

Desde hace algunos años ha ido en incremento el diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención (TDA) dentro de la población infantil. Muchos niños que presentan distracción, curiosidad, necesidad de movimiento, incluso cuestionan o buscan hacer las cosas de una forma distinta han sido fácilmente catalogados como disruptivos dentro del aula y mandados a evaluar para ver si no presentan este trastorno, con o sin hiperactividad. Si bien el TDA existe y algunos niños efectivamente lo presenten, no todo niño inquieto tiene Déficit de Atención.

Para cualquier padre de familia resulta angustiante que se le mande llamar del colegio para reportarle que su hijo no se está portando como se espera o que está presentando dificultades en su rendimiento académico. Algunos colegios pueden requerir al padre de familia que se les presente un diagnóstico para saber qué es lo que tiene el niño y ver si se le admite para el siguiente ciclo escolar. Cuando se generan este tipo de solicitudes por parte del colegio hacia los padres de familia, antes de buscar diagnosticar, etiquetar y medicar a los niños es muy importante tomar en cuenta las siguientes variables para evitar diagnósticos incorrectos que pueden marcarles de por vida:

¿A qué se refieren con comportamiento inadecuado?: Usualmente este es el motivo de la entrevista con los padres de familia. Es necesario contextualizar las interacciones del niño para identificar si efectivamente el comportamiento está alterado. Se deben tomar en cuenta las siguientes variables:

  1. Frecuencia: ¿Qué tan frecuentemente aparecen estas conductas?¿Ese comportamiento se generaliza en todas sus actividades escolares o solo se presenta en durante una actividad en particular o con un maestro en específico? ¿Se observan comportamientos similares en casa u otros contextos fuera de la escuela?
  2. Duración: ¿Desde cuándo se observa esto y cómo interfiere en el contexto escolar y/o familiar? ¿Es la primera vez que sucede o es algo que ha iniciado ya tiempo atrás y no hay un cambio?
  3. Intensidad: Posiblemente sea la primera vez que sucede este comportamiento pero su intensidad ha sido tal que ha atraído la atención de los directivos y maestros. ¿Qué sucedió? ¿Cómo es el entorno del niño en ese momento, tanto en casa como en la escuela?¿Puede haber algo que esté ocasionando dicha reacción en él?

¿A qué se refieren con rendimiento inadecuado?: Es importante tomar en cuenta la edad, el grado escolar y expectativas de padres y maestros en relación a esta variable.

  1. ¿Su desempeño va por debajo del de sus compañeros? ¿Esto es en general o en ciertas materias en particular?
  2. ¿Desde hace cuánto sucede?
  3. ¿Qué se está evaluando por rendimiento académico?
  4. ¿La fallas en qué aspectos se dan? Por ejemplo, el niño puede comprender los conocimientos y contestar adecuadamente, pero por distraerse o platicar en clase pierde puntos y eso merma su calificación.
  5. ¿Ha experimentado algún cambio importante en su vida o sus rutinas últimamente?

Si a partir de la entrevista con maestros y directivos, además de las observaciones por parte de los padres de familia en otros entornos fuera del colegio, se determina que sí es necesario llevar a cabo una valoración del niño, resulta importante en la medida de lo posible, realizarle una evaluación neuropsicológica que incluya un mapeo cerebral para conocer cómo está funcionando su cerebro. Esto permitirá conocer si se requiere en efecto el uso de medicamento o si se pueden hacer cambios por medio de terapia con manejo conductual. Actualmente existen otras terapias como Neurofeedback que pueden ayudar a reentrenar determinadas áreas del cerebro para calibrarlo y eliminar el mal funcionamiento de las áreas encargadas de los procesos de autoregulación. Ésto sin necesidad de medicar.

Es importante también considerar que existen diversas causas que pueden ocasionar impulsividad y/o hiperactividad en los niños:

  1. La presencia efectivamente de Trastorno por Déficit de Atención
  2. Inmadurez en ciertas áreas del cerebro encargadas de la regulación de impulsos
  3. Lesiones o focos epilépticos no convulsivos no antes detectados
  4. Aburrimiento ante ciertas tareas
  5. Poca claridad en las instrucciones que se les dan
  6. Sobresaturación de actividades o cosas materiales
  7. No estar cubriendo necesidades emocionales básicas

Así mismo existen otra serie de causas por las cuales un niño puede estar presentando bajo rendimiento académico:

  1. Falta de atención debido a la presencia de Trastorno por Déficit de Atención
  2. Alguna dificultad de aprendizaje no diagnosticada en un área particular (lenguaje, verbal, numérica, espacial, etc.)
  3. Malfuncionamiento del área del cerebro encargado de las funciones ejecutivas (capacidad de planeación, organización)
  4. No está durmiendo lo suficiente
  5. No está comiendo bien o lo necesario para su desarrollo
  6. Inadecuado manejo del tiempo, fallas en entrega de tareas y apuntes incompletos
  7. Problemas emocionales en casa o escuela que lo distraen de sus actividades
  8. Falta de orden y rutinas
  9. Inestabilidad familiar
  10. Falta de estructura por parte del profesor para guiar a los alumnos en la comprensión del contenido asegurándose de que todos van comprendiendo y ayudándoles a evocar lo visto anteriormente para enlazarlo con el nuevo contenido.

Como se puede apreciar, no todo mal comportamiento o bajo rendimiento se puede atribuir a la presencia de un Trastorno por Déficit de Atención. Se debe tomar en cuenta que los niños absorben la energía generada por un ambiente estresante y ésta puede convertirse en ira o agresión[1]. Algunas recomendaciones para reducir la impulsividad y/o hiperactividad en los niños son las siguientes:

  1. Buscar proporcionar un ambiente relajado, tranquilo y libre de estrés en casa.
  2. Reproducir música ambiental relajante durante largos periodos de tiempo las principales zonas de la casa.
  3. Procurar que duermen los suficiente y coman sana y adecuadamente
  4. Establecer rutinas
  5. No sobre saturar de actividades a los niños
  6. Darles retroalimentación sobre lo que sí hacen bien
  7. Dar instrucciones claras
  8. Acostumbrarlo a que termine lo que inicia y guarde lo que saca.
  9. Revisar si el tipo de escuela es compatible con el niño
  10. Observarse como adulto para revisar si nuestro propio estado de ánimo, nerviosismo, prisas, etc. lo contagiamos a los pequeños.

Los niños requieren atención, apoyo, cuidados y un ambiente donde se sientan seguros, vistos y atendidos. Si se generan cambios importantes en conducta o rutinas es de mucha ayuda ir con un psicólogo o psicopedagogo que ayude a determinar las causas de esos comportamientos. Antes de medicar o etiquetar, observemos, escuchemos, pidamos apoyo, así podremos evitar mal diagnosticar y generar cambios positivos en la vida de los niños.

 

Referencia: Palmas, O.  10 PASOS para la crianza efectiva de niños con TDA. Versión Kindle: https://leer.amazon.com.mx/?asin=B00LGXSE58

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