Es común que los niños en algún momento de su vida no deseen separarse de sus padres y/o no quieran asistir a la escuela. Entre más pequeños son más común es que esto suceda en algún momento. ¿Cómo es que pasan estas conductas de ser normales a ya entrar dentro de una categoría de trastorno de ansiedad o fobia?

La fobia a la escuela

Se puede definir como la incapacidad parcial o total que presenta el niño para asistir a la escuela como consecuencia a un miedo irracional en relación a algún aspecto escolar. Es un trastorno emocional grave que se caracteriza por un temor excesivo, malestar físico, mal humor, angustia con el solo hecho de pensar tener que ir a clases. Realmente se padece malestar  físico principalmente provocado por la angustia. En ocasiones el niño puede referir a qué le tiene miedo o qué es angustiante (puede ser víctima de acoso escolar, miedo a alguna materia o profesor, etc.) pero en muchas otras no le queda claro qué es lo que le atemoriza.

El inicio de la fobia escolar puede ser gradual en situaciones donde el niño protesta por no querer asistir al colegio, tiene faltas esporádicas por diversos motivos (usualmente malestares físicos relacionados al estrés). Los padres conocen que el niño se rehúsa a asistir, no es que decida faltar a espaldas de sus padres. Puede también aparecer de manera abrupta y brusca si ningún antecedente previo.  Puede ser que aparezca posterior a un periodo vacacional, un cambio de escuela, una ausencia prolongada por enfermedad o algún otro evento que haya generado estrés al niño.  Algunos síntomas relacionados con la crisis de angustia presentada al pensar tener que asistir a la escuela son los siguientes:

  • Ansiedad intensa
  • Palidez
  • Llanto
  • Dolor de estómago
  • Dolor de cabeza
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Diarrea
  • Falta de apetito
  • Síntomas depresivos
  • Tristeza
  • No tener deseos de hacer nada
  • Inseguridad
  • Sensación de pérdida de control

Los síntomas son más intensos durante las mañanas, previos a la asistencia al colegio, mejoran durante el día y van empeorando conforme se acerca la noche. Si el niño se queda en casa o se está en periodo vacacional no aparece síntoma alguno.

Desorden de ansiedad por separación

Puede ser confundido en ocasiones con la fobia a asistir a la escuela. La principal diferencia es que el niño presenta síntomas de ansiedad no solo por asistir al colegio, sino por separarse de las personas con las cuales siente apego. En el desorden de ansiedad por separación el niño no necesariamente debe dejar el domicilio para sentir angustia. Puede sentir miedo de separarse de la persona de apego (mamá, papá, abuelos, etc.) aún estando dentro de la misma habitación.

El temor principal es que a esa persona le ocurra algo malo (normalmente pensar que pueda morir). El niño se niega a separarse de esa persona e incluso dormir fuera de casa. Suele suceder en niños en edad preescolar mientras que la fobia escolar puede estar presente durante la niñez y adolescencia. Este temor a que le suceda algo al miembro de la familia en cuestión debe durar más de cuatro semanas para poder ser diagnosticado como Desorden de Ansiedad por Separación.

Los trastornos de ansiedad pueden tener componentes hereditarios o en otras ocasiones pueden ser desencadenados después de un evento traumático. Por ejemplo, un accidente donde el niño creyó perder a su madre hará que no quiera despegarse de ella un momento.

Los niños pueden presentar las siguientes conductas:

  • Tener pesadillas con un tema recurrente (separación de sus seres queridos)
  • No querer dormir solos
  • Se preocupan en exceso por el bienestar y seguridad de los miembros de la familia
  • Dolores de cuerpo y tensión muscular
  • No quiere estar solo
  • Le aterra pensar en perderse (en un centro comercial, supermercado, etc.)
  • Le preocupa en exceso su propia seguridad
  • Depende excesivamente de otros miembros de la familia incluso estando en casa
  • No quiere ir a la escuela (por no separarse de su familia)
  • Padecimientos físicos como dolores de cabeza, malestar estomacal, etc.
  • Ataques de pánico o berrinches cuando se le separa de los padres o familiares

Cualquier niño es vulnerable de padecer alguno de estos trastornos. Lo importante es observar al niño, dialogar con él, observarlo y, si se detecta que algo no marcha bien, llevarlo con su pediatra. Después de una valoración física se puede determinar si es necesario el apoyo de algún psicólogo infantil. En caso de que se presenten los síntomas antes descritos es importante que el pequeño reciba ayuda lo antes posible ya que ninguno de estos padecimientos se quitan solos y el ignorarlo solo puede agravar los síntomas.

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