Esquivel y Mateluna (2016) realizan una categorización de los distintos estilos de crianza y las repercusiones de éstos en los niños:

  • Padres autoritarios: Usualmente son adultos que crecieron bajo un modelo de familia donde los padres estaban más distantes, especialmente la figura paterna. Donde el castigo, la imposición y la amenaza estaban a la orden del día. Se obedecía por temor, no por convicción. Actualmente se ha ido reduciendo este estilo de crianza, sin embargo existen aquellos adultos que aún utilizan estas formas de disciplina con los niños. Este estilo se caracteriza por no demostrar afecto (ya que se considera una señal de debilidad), el adulto siempre tiene la razón y es inconcebible que sea éste quien llegue a pedir una disculpa al niño aunque realmente el adulto se haya equivocado. Generan niños inseguros con baja autoestima, rencor hacia sus padres y propensión a la rebeldía durante la adolescencia.
  • Padres débiles: Son padres muy amorosos pero a quienes les cuesta trabajo establecer límites con los niños lo cual los vuelve sumamente permisivos. Ante conductas disruptivas solo recurren a la amenaza sin llegar a establecer las consecuencias. Este estilo de crianza genera niños exigentes e irrespetuosos que quieren que sus padres les cumplan sus deseos. Son poco sensibles a las necesidades de otros y saben que no tienen que esforzarse porque sus padres les darán lo que necesitan. Son consentidos pero inseguros porque no han aprendido a resolver problemas por sí mismos. Son irresponsables y les cuesta mucho trabajo adaptarse a las normas y cumplir con horarios, tareas, encargos, etc.
  • Padres ausentes: Son aquellos que han descuidado emocionalmente a sus hijos, aunque no necesariamente estén ausentes físicamente. Existen diversas razones por las cuales alguien puede convertirse en un padre ausente. La primera de ellas es anteponer el dinero y lo material por creer que no se podrá subsistir con lo obtenido hasta el momento (aunque no siempre sea verdadera la necesidad), por lo que su tiempo y energía se centra en la generación de dinero. Otra razón es dar prioridad a la socialización, es decir, además de las actividades laborales, hay padres quienes dan prioridad a las amistades o eventos sociales los cuales consumen el poco tiempo que pudieran pasar con sus familias. Otra razón puede ser la desintegración de las familias a causa del divorcio, donde evidentemente la dinámica cambia, los tiempos se distribuyen de forma distinta y la atención proporcionada por los padres se divide. Por último, aquellos padres que aunque tienen el tiempo, deliberadamente eligen hacer otras actividades y no tienen un interés por generar una relación con sus hijos.

Estos padres se vuelven volubles al momento de interactuar con sus hijos. Si están de buenas serán cariñosos, pero si se encuentran estresados y de mal humor pueden regañar y castigar de manera severa cualquier conducta de los niños a veces de manera innecesaria. Este tipo de padres genera niños inseguros, temerosos y vulnerables ante conductas de abuso por parte de otros adultos. Esto debido a que como no están atentos a los niños, pueden no ver señales de peligro cuando éstas se presentan. Además los niños desarrollan baja autoestima porque se creen poco capaces o poco suficientes para ser queridos por sus propios padres.

  • Padres seguros y tiernos: Ser un padre tierno es aquel que tiene amor incondicional por sus hijos y que cruzaría montañas por ellos si fuese necesario. Son aquellos que a pesar de las adversidades, el dolor o dificultad ofrecen resguardo y protección y una buena cara, amor y afecto por sus hijos. Los padres seguros son aquellos que saben que deben querer a sus hijos pero al mismo tiempo no tolerar falta de respeto alguna y poner límites para protegerlos y criarlos como gente responsable. Las reglas y los límites se han discutido previamente en pareja y socializado con los niños por lo que en la familia se sabe qué se está permitido y qué no. Hay mejor comunicación entre padres e hijos y los niños crecen con un autoestima más sano debido a que se les asignan responsabilidades, hay diálogo y acompañamiento por parte de sus padres. Son niños respetuosos, con sana autoestima y emprendedores.

Después de revisar los estilos de crianza propuestos por Esquivel y Mateluna (2016)  tal vez historias vinieron a la mente o puede identificarse con algún estilo en particular o una mezcla de varios. Posiblemente se pueda no estar de acuerdo con la forma en cómo se está criando actualmente a los hijos. Sin embargo lo importante es recordar que nadie nace sabiendo ser padre. Padres e hijos se inauguran de manera simultánea. Los niños no vienen con instructivo y antes que padres, se es persona con una historia de crianza en particular y es inevitable que lo aprendido y vivido hasta entonces no tenga alguna repercusión en el rol como padre de familia.

Lo importante es identificar los aspectos tanto positivos como los que se desea cambiar y poner manos a la obra. Si se dificulta mucho hacer estos cambios por sí mismo, siempre se puede recurrir a algún terapeuta familiar que pueda apoyar a la familia a mejorar las relaciones interpersonales entre sus miembros. Lo importante es trabajar para mejorar la relación con los hijos y construir el modelo de familia que cada quien prefiera.

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