Inevitablemente al pensar en escuela vienen a la mente conceptos como rendimiento, exigencia, boleta, calificaciones, éxito, etc. Es natural que los padres de familia tengan expectativas respecto al rendimiento escolar de sus hijos. En general se espera que los chicos asistan, aprendan, obtengan buenas notas y sigan su camino grado tras grado. Sin embargo es sabido que este camino no suele ser tan sencillo y no para todos los niños es fácil obtener buenas notas. El arte de saber cuánto exigirle a cada niño es otro factor que los adultos usualmente se preguntan. Muchos padres, por ejemplo, deciden incluso “soltar”al chico cuando llega a secundaria argumentando que ya está grande, ya sabe qué hacer y debe ser responsable de sus notas y tareas. La realidad es que, aún en prepa, todavía cognitivamente hablando no están grandes, les cuesta trabajo organizarse y saber qué y cuándo hacerlo (más a unos que a otros) y la mayoría aún no asume responsabilidad por sus notas y olvidan una que otra tarea.

Preguntas que usualmente se hacen los papás giran en torno a lo siguiente:

¿Hasta cuándo lo podré soltar?

Si por soltar se refieren a dejar de supervisar y darles órdenes… dependerá de cada hijo y su nivel de madurez. Hay niños quienes desde los 12 años aproximadamente, son más independientes y se les facilita la escuela, requieren poca ayuda y prácticamente los padres se enteran de su rendimiento hasta la entrega de calificaciones. Por otro lado, hay chicos que aún en preparatoria recurren a alguno de sus padres para ayudarle a repasar, estudiar, resolver dudas de las tareas y cada mañana sigue siendo una batalla para que se levanten temprano y lleguen a tiempo. Incluso entre hermanos la diferencia puede ser notoria. No se puede esperar que porque un hermano a determinada edad ha logrado cierta hazaña, que el siguiente automáticamente tendrá el mismo comportamiento.

¿Pero por qué tengo que estar detrás de él?

Desde el nacimiento, el cerebro de los niños viene parcialmente formado. Conforme crecen y experimentan el mundo, el cerebro va creando nuevas conexiones y con la práctica se van desarrollando habilidades. Éste se va configurando por partes, siendo la corteza prefrontal (el área de la frente), la última que se desarrolla hasta pasando los 21 años de edad. La función de esta área es permitirle a la persona auto regular su comportamiento, prever consecuencias, planificar, saber esperar, reducir la impulsividad y en general comportarse como adulto. Los niños requieren guía y acompañamiento, diálogo y paciencia. El rol de los padres en ocasiones sí es estar tras ellos, pidiendo, recordando, dirigiendo, etc. El establecimiento de rutinas y hábitos permite a los niños recordar que sigue y realizar procedimientos, sin embargo, el apoyo de los adultos se requiere, en mayor o menor medida, de acuerdo a cada niño y es de suma importancia.

Pero… ¿y las calificaciones?

Las notas obtenidas parecieran ser el fin último del proceso educativo. No hay que olvidar que el propósito de la escuela es ayudar al niño a desarrollarse de manera integral, facilitar el desarrollo de habilidades de solución de problemas, socialización, razonamiento, investigación y adquisición de conocimiento entre otras cosas. Si bien las notas son necesarias, éstas sirven como indicadores de progreso acerca del niño. Difícilmente estarán compuestas por resultados obtenidos en un solo exámen. Las notas usualmente están formadas por asistencia, trabajos, tareas, proyectos, comportamiento, exámenes cortos y el examen parcial o final en ciertos casos. Es cierto que no se puede ir por la vida reprobando materias, sin embargo no todos los niños se sacan 10. Hay siempre materias más sencillas y otras más complicadas dependiendo de cada niño. La expectativa fijada con cada uno en relación a lo que se espera  sobre su rendimiento debe basarse en la historia, observación y habilidades de cada uno. Si se sabe que a María le cuesta mucho la materia de matemáticas y esto ha sido así desde que inició primaria, ahora en 5to grado no se le puede esperar que tenga un 10 en la boleta en esa materia, sin embargo se puede valorar su esfuerzo sobre lo que representa para ella por ejemplo el 7 obtenido.

¿Qué me toca hacer como adulto a cargo?

Es necesario comunicar a los niños las expectativas que se tienen acerca de su rendimiento en la escuela. Como se mencionó anteriormente, cada quien sabe lo que tiene en casa. El arte está en exigir de acuerdo a las habilidades y capacidades del niño, reconocer qué se les facilita y qué les cuesta más trabajo. Algo que es crucial al recibir la boleta de calificaciones es no centrarse únicamente en las notas bajas. Hay que retroalimentar al niño primero repasando con él los logros obtenidos, las mejoras, ayudándole a darse cuenta del avance en determinadas materias. Para abordar las notas bajas, se puede comenzar preguntando al niño qué fue lo que cree que pasó, por qué cree que obtuvo determinada calificación. Algunos están conscientes de las razones mientras otros no tienen idea. Es necesario ayudarles a pensar en acciones que pueden poner en práctica para buscar levantar esa nota en el siguiente bloque.

Algunos padres creen que los hijos son su reflejo y que las malas notas obtenidas son un reflejo de ellos como padres.  Las razones por las cuales un niño puede bajar en sus calificaciones son muchas, lo importante es no cerrar el diálogo, permitirles expresar qué pasó así como aprender a leer la boleta. ¿Cómo se hace esto? se debe revisar de manera transversal y vertical, tanto por bloque (parcial 1, bimestre 2 etc) como por materia para identificar si está habiendo dificultad en una materia en particular o si más bien durante un bloque determinado el niño tuvo mayor dificultad (posiblemente un problema de salud, dificultades en casa, problemas en la escuela, etc).

Hay que recordar que la exigencia no debe desmotivar al niño, se puede exigir sin utilizar comentarios que hagan sentir mal al chico. De igual manera existen múltiples inteligencias, no sólo la lingüística y la lògico matemática (ej. musical, espacial, corporal o cinestésica, emocional, naturalista, etc.) por lo que no a todos los niños se les facilita una alta calificación en estas áreas. Lo que se busca es que mejoren su trabajo, desarrollen constancia, responsabilidad y presten atención a los detalles entre otras cosas.  Se juzga su trabajo, no a la persona y hay que valorar los logros y ofrecer apoyo donde más lo requieran.

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