Después de interrogar a mi mamá, como todo buen detective, mientras mi abuelita dormía su siesta, le pregunté:

—¿Mamá, a mi abuelita le gusta mucho el ajo, verdad?

—¡Uy sí! —me dijo ella— Tu abuelita insiste en poner doble ración de ajo a la comida. Por eso, yo ya no le pongo, así la comida se cocina sólo con el ajo que ella le pone. Pero no se lo digo para que no sepa y no le ponga más.

—¡Ah! ¿Y por qué quiere mi abuelita que comamos tanto ajo? —ahí podía estar la clave, pensé.

—Pues ella dice que hace mucho bien. Que lo necesitamos para nuestro organismo.

Bien, entonces fui al club de la tercera edad; no me van a creer esto. Hoy me acerque a las amigas de mi abuelita y las salude con un beso y ¡claro!, las olí. Nunca hago eso, pero un detective debe hacer de todo para encontrar la verdad. Y descubrí que, ¡ellas también huelen a ajo! ¿¡Pero qué está pasando aquí!?

Ellas huelen a ajo y, lo más seguro es que todas estén poniendo más ajo en todas las comidas en sus casas. ¿Y si todas las abuelas de la ciudad olieran a ajo e hicieran lo que la mía…? ¡Oh, no! ¡Estamos siendo invadidos por una ola de viejitas comeajos! Una olorosa ola.

—Oigan, ¿a ustedes también les gusta mucho el ajo, como a mi abuelita? —les pregunté.

Se miraron entre ellas. Sin darse cuenta de que yo la veía, mi abuelita les guiño un ojo. Eso me pareció sospechoso, porque además todas siguieron haciendo sus cosas como si no me hubieran oído. Así que directamente le pregunté a una de ellas:

—Usted, ¿qué piensa del ajo?

—¡Ah! –dijo—, es muy bueno para activar la circulación y fortalecer tu aparato circulatorio; lo puedes tomar con alcohol o tomarlo crudo…

—¿Crudo? —no podía creerlo

—Uy, sí, como si fueran pastillas, con jugo de naranja. Lo tomo todos los días —me dijo— porque…

—No alcanzó a decir otra cosa, debido a los ojos de pistola con que mi abuelita la miró.

¿Qué podría hacer la abuela para no oler tan feo? ¿De veras es tan bueno el ajo para muchas cosas? Deberíamos investigarlo.

 

Mónica González y Ramón Tamayo, Mi abuelita huele feo. México, SEP-SM, 2004.