¿Has escuchado el término padres helicóptero? ¿Qué te imaginas? Si pensaste en un padre de familia dando vueltas alrededor de un niño monitoreando constantemente sus acciones, tu pensamiento fue acertado.  Un padre de helicóptero puede ser una madre, un padre o incluso un abuelo que continuamente monitorea, resuelve, atiende e incluso se adelanta a las necesidades de sus hijos de cualquier edad en todos los escenarios posibles (casa, escuela, actividades extra escolares, incluso su trabajo) aún cuando el niño o joven tiene la capacidad de resolver la situación solo.[1]

De acuerdo a las etapas de desarrollo, los niños pequeños en edad preescolar y escolar definitivamente requieren mucho más acercamiento y ayuda por parte de los adultos.  Conforme van creciendo y desarrollándose adquieren más independencia, más capacidades y van aprendiendo a resolver problemas y sortear dificultades. De acuerdo con Fox, V., a medida que se vuelven más maduros, los niños necesitan experimentar aflicción con el objetivo de poder descubrir cómo superarlo y confiar en su capacidad para hacerlo[2].

Existen padres helicópteros que aún en la adolescencia y adultez temprana siguen resolviendo la vida de sus hijos. Van y piden informes en las universidades, analizan el plan de estudios y poco les falta tomar el examen de admisión por ellos. Tapscott, D., (2009) incluso menciona que algunos empleadores reportan que al entrevistar candidatos para algún puesto, éstos llegan acompañados de sus padres, los cuales permanecen durante la entrevista y participan activamente en la misma buscando negociar salarios y beneficios. También reporta que el 15 por ciento de los empleadores escucha las quejas de los padres si sus hijos no son contratados[3].

Está comprobado que la crianza en helicóptero falla. El mensaje oculto sobre la participación excesiva de los padres envía al niño o adolescente el mensaje de que éstos no confían en que puede hacer las cosas por él mismo. Le hace sentirse menos hábil para manejar la vida, se vive más ansioso e incompetente y mucho más vulnerable para reponerse tras un fracaso.[4] Cabe señalar que en la mayoría de los casos, los padres actúan con la mejor intención del mundo buscando apoyar y ayudar.

De acuerdo con Fox, V. son cuatros los factores que desencadenan el hecho de que una buena intención o el deseo de cuidar y proteger se convierta en una crianza helicóptero[5]:

  1. Aprehensión por obtener resultados no esperados: cuando el hijo no obtiene el resultado esperado por el padre de familia puede generarle a este último un sentimiento de shock e incredulidad, especialmente al tratarse de una tarea donde, habiendo intervenido, pudiera haberse asegurado el éxito.
  2. Sentimientos de nerviosismo: padres de familia aprehensivos y nerviosos por que a sus hijos les pase algo o sufran alguna decepción o mal rato, suelen saltar a la escena para tomar el control de la situación para evitar ésto como sea posible.
  3. Sobrecompensación: hay que recordar que todos los adultos fueron niños. Si estos adultos cargan heridas infantiles tales como haberse sentido desatendidos, pasados por alto, no aceptados, etc. con sus hijos pueden tratar de compensar en exceso evitándoles situaciones que los pudieran colocar en escenarios similares a los que a ellos les tocó vivir ( y sufrir).
  4. La presión de otros padres: para muchos, la competencia entre padres de familia puede ser inevitable. El poder demostrar que sus hijos son tal, obtuvieron tal reconocimiento, lograron tal hazaña, puede empujar a varios a presionar y diseñar el ambiente para el niño de tal manera que logre el resultado deseado para continuar compitiendo (a costa de muchas tantas cosas).

¡Oh no! creo que soy un padre helicóptero… ¿qué hago?

Si con estas líneas te has dado cuenta que pudieras pulir algunos aspectos de tu crianza para ayudar a tus hijos a desarrollarse y crecer de manera sana puedes seguir las siguientes recomendaciones:[6]

  1. Dales a tus hijos más libertad: Esto significa tratar de no estresarte por todo lo relacionado con tus hijos y evitar estar preguntando continuamente si están bien, si están logrando tal o cual tarea, etc.
  2. Dales a tus hijos oportunidad de separarse de ti un rato: Los niños que están excesivamente limitados a espacios seguros no aprovechan las oportunidades de desarrollo.
  3. Supervisa a distancia: Dales espacio adicional, una mirada de vez en cuando, sin seguir sus pasos o estar presente cada minuto durante la sesión de juego por ejemplo. También respeta su espacio escolar, no estés presente en el colegio durante su horario de clases a menos que la ocasión así lo dicte.
  4. Evita estar en contacto con tus hijos por el teléfono todo el día: Si están en la escuela no es necesario contactarlos (a menos que sea una urgencia, claro está). No es necesario enviarles Whatsapp para monitorear cómo van. Permite que ellos te contacten a tí, no siempre inicies tú las conversaciones.
  5. Permite que tomen sus propias decisiones: esto se puede hacer empezando con cosas sencillas como elegir su ropa, participar en la decisión sobre lo que harán el fin de semana, decidir entre una u otra opción para cenar, etc.
  6. Permite a tus hijos elegir sus actividades extra escolares o sus materias optativas en la escuela.
  7. Trata de no contestar cada llamada de ayuda: A menos que sea una emergencia, pero si las circunstancias no son de crisis, puede esperar un poco para que intenten resolver la situación por sí mismos.

Como  padres queremos lo mejor para nuestros hijos, procuremos que nuestro apoyo en la crianza sea nutritivo y no restrictivo. Entre más consciente estemos de estos límites tan finos podemos intencionar formas de interactuar que nos beneficien como familia.

 

Referencias: Fox, V. The Ultimate Guide to Helicopter Parenting. Edición Kindle: https://leer.amazon.com.mx/?asin=B01MDOTLQO

Tapscott, D. (2009). Grown up Digital. How the net generation is changing your world.  Mc Graw Hill, USA.

Imagen: <a href=’https://www.freepik.es/fotos/escuela’>Foto de Escuela creado por pvproductions – www.freepik.es</a>