El inicio de la vida escolar puede generar muchas emociones distintas en los niños y en sus papás. Hay muchas expectativas sobre cómo será el desempeño del niño, qué materias preferirá, amigos, maestros, su salón, tareas, etc.  Conforme va desempeñándose dentro del grupo inevitablemente se le compara con el resto de sus compañeros. Algunas veces estas comparaciones se realizan en cuanto a la edad, el género, el grado escolar, el desempeño académico, etc. El papel de los maestros es muy importante ya que los niños pasan con su maestro(a) una importante cantidad de horas al día. La observación sobre su desempeño e interacción puede proporcionar valiosa información que permitirá ayudar al niño, motivarlo, corregirlo, guiarlo, siempre buscando su mayor bienestar.

Conforme los niños avanzan e interactúan dentro de su grupo, en ocasiones se puede observar que su rendimiento, reacciones, comportamiento, etc. puede salir fuera del promedio del grupo (ya sea en menor o mayor escala). Usualmente cuando la ejecución de una tarea se dificulta, cuando el rendimiento es menor, la velocidad de trabajo disminuye, la atención se pierde, entre otras cosas, necesitamos prestar cercana atención al niño para identificar qué pudiera estar sucediendo. Suelen presentarse casos en los que a su corta edad (en preescolar o primaria), los niños comienzan a presentar evidentes dificultades en su rendimiento académico.  Cuando estas dificultades se sospechan es muy importante la observación que se haga del pequeño para evitar emitir un juicio sobre un hecho aislado.  Cuando se presenta una dificultad en la manera en la que el pequeño procesa la información, puede pensarse la posibilidad de que pueda presentar una dificultad de aprendizaje.

Para que se produzca el aprendizaje la información debe hacer cuatro cosas: ser recibida por el cerebro (percepción), organizarla para construir sentido (asociación), almacenarse en memoria y salir cuando se necesite.  Cuando existe un obstáculo en alguno de los procesos antes mencionados podemos sospechar de la presencia de una dificultad en el aprendizaje. Si esto es el caso, quienes están facultados para hacer un diagnóstico pertinente son los psicópedagogos o los psicólogos educativos, quienes en base a una serie de pruebas pueden realizar una evaluación que permita conocer qué y en qué grado se presenta la dificultad en el niño. Ellos determinarán si existe la necesidad de que el niño sea evaluado por su pediatra o un neurólogo para poder contar con un panorama completo sobre su estado de salud y funcionamiento cognitivo y neurológico.

Usualmente es la maestra o el maestro quien reporta a los padres de familia la sospecha de que el desempeño del niño no está siendo como esperado de acuerdo a su edad, grado escolar, etc. Este tipo de conversaciones suelen ser difíciles de llevar a cabo por parte del maestro y aún más difíciles de escuchar por parte del padre de familia. A nadie le gusta que le digan que su hijo puede estar presentando un problema, cualquiera que este sea. Hay aspectos importantes a tomar en cuenta si llegamos a enfrentarnos a una situación de esta naturaleza. Primero hay que dejar las culpas de lado, nadie es culpable de que el niño pueda presentar una dificultad de aprendizaje y el hecho de ignorar las recomendaciones del maestro no va a hacer que la dificultad desaparezca.

Es importante evitar comparaciones entre hermanos y entre otros niños de su grado escolar, edad, etc. Cada niño es distinto, si bien los parámetros de comparación existen, son simples guías que se elaboran a partir de un promedio de la población. Nada es definitivo, cada niño puede presentar diferencias en su desarrollo ocasionadas por múltiples factores tales como: antecedentes de salud en el embarazo, nacimiento, nutrición, estimulación del ambiente, clima familiar, personalidad, incluso la edad de los padres, el número de hermano que es dentro del sistema familiar, todo puede influir en su desarrollo y desempeño.

Muchas dificultades presentadas durante esta etapa escolar pueden solucionarse con asesorías, terapias, estimulación, ejercicios, dependiendo cuál sea la situación. El cerebro de los niños es moldeable y continúa generando conexiones. Entre más temprana sea la edad en la que se trabaje para apoyar cualquier dificultad que se presente, mayor porcentaje de éxito se aspira tener. El saber que el niño puede estar pasando por un momento difícil puede generar angustia, sin embargo la apertura, la pronta atención y el apoyo que se le brinde es invaluable.

 

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