La inteligencia emocional se ha hecho cada vez más indispensable en el desarrollo de niños y jóvenes así como para el desempeño cotidiano de los adultos en diversas áreas de su vida. Este tipo de inteligencia tiene que ver con la capacidad de reconocer las propias emociones y manejarlas de manera adecuada de acuerdo a las exigencias del ambiente. Sin embargo esta habilidad no es innata, se aprende y desarrolla por medio de las experiencias y del modelamiento de dichas conductas por parte de los adultos a cargo.

La inteligencia emocional se puede cuantificar por medio de un cociente de inteligencia emocional o EQ (Emotional Quotient). A través de una serie de pruebas y preguntas destinadas a identificar y calificar los dominios de la inteligencia emocional, uno puede comprender mejor sus debilidades y fortalezas en situaciones sociales.  La EQ puede fortalecerse e incrementarse con el tiempo si se pone en práctica. Para lograrlo Coleman, M. (2019) propone seis prácticas mismas que se describen a continuación:

  1. Pon en practica identificar todas tus emociones y las sensaciones que las acompañan: Es necesario poder identificar nuestras propias emociones ya que la autoconciencia es la base de la inteligencia emocional. En ocasiones esto no es tan sencillo como suena. Para lograrlo se puede echar mano de recursos como tarjetas con expresiones emocionales, listas de emociones para incrementar el vocabulario y facilitar el poder nombrarlas, trabajar con dibujos donde se pueda identificar la zona o zonas del cuerpo donde se siente dicha emoción, etc.
  2. Aprender a manejar las emociones negativas: Cuando percibimos una emoción intensa, lo que permite regular mejor nuestro comportamiento es poder hacer una pausa antes de reaccionar a dicha emoción. Podemos hacer algunas respiraciones profundas, salir al baño, dar una caminata, etc. para luego volver a la situación. Esta pausa permitirá evitar  que reaccionemos de forma impulsiva y nos ayudará a encontrar la mejor forma de resolver la situación en ese momento.
  3. Elige tus palabras con cuidado: la mayoría de los conflictos se generan por fallas en la comunicación. Una palabra inadecuada o fuera de contexto puede ocasionar muchos problemas. El elegir las palabras adecuadas antes de responder a una situación que puede generar tensión ayudará a que las cosas se solucionen con mayor facilidad. Esta habilidad requiere práctica y es muy importante ya que si no podemos comunicarnos de manera efectiva o con tacto, tendremos muchos problemas en las relaciones con otras personas.
  4. Hay que practicar responder de manera empática: ser empático es poder comprender y sentir las emociones de las otras personas. Esta habilidad permite que podamos cuidar de los demás y ayudar a satisfacer sus necesidades. La empatía nos permite reconocer si nuestras acciones están siendo bien o mal recibidas por el otro. Es importante dialogar con los niños respecto al impacto que tiene su comportamiento, tanto de manera positiva como negativa, para ayudarles a crear conciencia sobre a los sentimientos propios y de las demás personas.
  5. Es importante conocer qué factores desencadenan en nosotros emociones negativas: Todos tenemos situaciones en la vida o estímulos que nos provocan reacciones emocionales generalmente muy desagradables, intensas y de forma inmediata. El conocer qué nos pone mal nos permite ensayar qué hacer en caso de que eso suceda para poder, de esa forma, resolver la situación de la mejor manera.
  6. No ceder ante la adversidad: Cuando nuestras reacciones emocionales no son las mejores o las más adecuadas, es importante no desanimarnos ni victimizarnos al respecto. Hay que reconocer la situación y revisar qué necesitamos corregir. Es importante continuar aprendiendo y reflexionar sobre posibles maneras de resolver la situación en un futuro. Todos podemos generar experiencias de aprendizaje a partir de estas experiencias.

La capacidad de reconocer y manejar las propias emociones así como poder trabajar en equipo y relacionarnos con personas de todo el mundo son hoy más que nunca, habilidades que cada vez se requieren más tanto en el ámbito familiar,   escolar y laboral. El poner en práctica comportamientos que permitan desarrollar la inteligencia emocional, especialmente desde edades tempranas, nos permitirá aprender a resolver y prever conflictos y solucionar problemas cotidianos de la mejor manera.

 

Referencia:

Coleman, M. (2019) Emotional Intelligence for kids: Parenting Practical guide for raising an Emotionally Intelligent Child. Tried and tested Approach to Discipline your Children … Limits in a Mindful way (Kindle Edition) https://leer.amazon.com.mx/?asin=B07X61NNVR

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